




Entre 1934 y 1935 no hubo muchos cambios en la moda. En lo que respecta a ropa, uno de los pocos cambios fue que las polleras cambiaron su largo y llegaron casi hasta el tobillo. Durante los años treinta las mujeres empezaron a vestir polleras amplias con cinturones decorados con hebillas de metal o de celuloide. Las pieles de víbora, de cocodrilo y de lagarto eran muy comunes para la elaboración de bolsos y billeteras. En el sector donde sí se produzco un cambio importante fue en la industria de las telas, la cual se expandió dando lugar al surgimiento de nuevos tipos de lienzos.
En 1936 las mujeres empezaron a usar vestidos muy entallados que les marcaban el cuerpo resaltando su forma. Entre 1934 y 1936 hubo un cambio histórico que influenció la moda: la expansión industrial del algodón. Más tarde una crisis económica llevó a que se empezaran a usar colores más discretos o negros y una vez más la moda fue dejada de lado y varias firmas de diseño se vieron forzadas a cerrar. Al seguir expandiéndose la crisis, muchos negocios y talleres también debieron cesar su actividad. Cuando en 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial se frena el progreso en gran cantidad de aspectos, uno de los cuales fue la moda.
Vivir en el lujo costaba mucho dinero y las personas más adineradas se negaban a gastar en prendas costosas. Nuevas clientas americanas empezaron a invertir en ropa y como consecuencia las industrias de diseño pudieron volver a abrirse. Los accesorios ya no se hacían de oro puro y las pieles verdaderas empezaron a mezclarse con falsas. Una vez terminada la guerra los prejuicios en contra mostrar el cuerpo se acabaron y las mujeres empezaron a usar ropas menos conservadoras. La firma Heim sacó al Mercado un primer modelo de lo que luego sería la Bikini: un traje de baño muy pequeño formado por un corpiño y un pantaloncito o bombacha, ambos de Lycra.
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